Si algún día dejo de escribir
Mis letras al acabar el atardecer,
Palabras que hacen
Que te sientas de mi cerca,
No es que yo no quiera,
Son mis manos que quedaron mudas.
Si mis labios dejan
De pronunciar tu nombre,
Y el tacto de mi mirada
No te acaricien con mis ojos,
Si mis labios queden sellados
O llegue tarde a tu cita,
No es que yo no quiera,
Es el silencio agrio
Que se apoderó de mí vida.
Si yo ya no caminara
Contemplando en lo alto la luna,
Ni persiguiera tu nombre
Por todas las esquinas,
Sí mi nombre quedará
En ese último olvido,
No es que yo no quiera,
Atrás dejé mi memoria.
No dejaré de escribir
Mientras mis manos puedan
Con la inspiración de la luna
Siempre blanca y nueva,
Mientras tu pelo ondee al viento
Para deleite de mi alma,
Yo, para ti seguiré escribiendo
Mientras respire tu perfume
Entre mis deshechas sábanas,
Y el aroma de tu cuerpo
En mi corazón perdure,
Mientras yo respire,
Mis ojos te miren,
Mis manos para ti
Siga escribiendo cada día.
No es casualidad,
Tu nombre en forma de alas
Canta en la lejanía,
Al universo en su inmensidad
Inventado por el caos
Y lo digo a fé mía,
Para dar sentido
A la negrura celestial.
Arde el fuego de tus pupilas,
Fuego primigenio,
Con el mismo color de la vida
Vigilando como crece la luna
Con sus rayos primeros,
Del cerezo crean sus flores
Curando mi melancolía
En sus momentos peores,
Y acariciando las rocas
Nacen al alba las rosas,
Acompañada de una melodía
Emergen las estrellas,
Los luceros, las cometas
Y los deseos que se piden
En cada una de ellas.
Se hace eterno el plenilunio
Plateando el manantial
Que fluye cristalino,
Que fluye hacia el mar,
Creaste el alba
Y surgió el deseo,
Nacieron los poetas,
Las sirenas y su cantar,
Con tus pies descalzos,
Creaste la hierba, el trigo,
La lluvia, el viento,
Creaste el milagro
Que en mi va creciendo.
SILVER ©
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