miércoles, 26 de junio de 2019

Siempre tu, luna.


Cada atardecer despierta
En esa dulce armonía
Que nos trae el día
Cuando la noche cae,
Y caminando entre piedras
Adornadas por el musgo
Que el rocío de la madrugada
A la sombra hace crecer,
Emergiendo verde como la esperanza.
Te abriste paso entre las sombras
Derramando bendiciones
Cómo mosto que nace
De las uvas pisadas.
El era tan solo un corazón solitario
Cómo el sol que se escapa
Tras el inmenso horizonte,
Ella, luna, que reverbera sus rayos
Y alumbra de plata
Cuando el sol se recuesta
En su lecho marítimo.
Blancura en tu faz serena,
En esa ironía que da la vida,
Locura que de extiende
Hasta su cara escondida
En la negrura del firmamento.
Me socavan los ecos
Adormecidos e inútiles,
Se convierten en sombras
Tras los deseos del silencio
Disolviéndose entre las brumas
Que adornan como corona la luna.
A ti, mi noble dama
Que invoco cada atardecer
Antes que la luz se apague,
Te celebro cuando vislumbro
Tus plateados rayos
Tras las altas montañas.
Te recibo como fiel amante
Inalcanzable en tu escapada
Cuando atrás dejas los abismos
De tu cruel cárcel,
Arte en movimiento
Cuando cruzas el firmamento.
Materia viva tus andares,
No dejes olvidada tu presencia,
Preséntate luna
Cómo musa que inspira
Todos mis poemas.
Esta tarde te escribí
Letras que no verán
Esa luz que ilumina el cielo,
Te acompañarán toda la vida
Cómo esas lágrimas
Que me quemaban el alma.
Luna, no me castigues
Sin tu presencia,
Porque sin ella mis letras
Se quedarán huérfanas.

SILVER ©

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