Siento todo lo que vivo
Cómo valioso tesoro
Que se va dibujando
En la retina de mi mirada,
Que ahonda en mi alma
En ese espacio indeciso
Donde solo cabe
Mi locura y el delirio
De tus manos en mi cara.
Donde los vastos prados
Verdes se cruzan,
Allí donde las hadas
Con su luminosidad en la fronda
Revolotean entre las rosas,
En el amarillo de sus pétalos
Bebiendo su salvia
Enriquecida por el rocío
De la mañana que asoma.
Se alimentan de su polen,
Néctar, manjar de duendes,
De los dioses del Olympo,
Hadas que por la noche
Por mí te cuidan de tus miedos,
Esas criaturas mágicas
Escondidas en la cabecera
De tu cálida cama.
Cuando tienes frío
Te cubre con la manta
De los sueños escondidos
En la fría y oscura noche,
Guían mi pluma para que te escriba
Mientras el atardecer deja paso
A la nueva blanca luna,
Encadenando mis palabras
En la placidez de mi casa,
Y aquí sigo, sin olvidar
Esos momentos, calidoscopio
De colores que es tu risa,
Y, aun siendo un castigo
Aunque sea corta la distancia,
Marginado por el vil destino
Qué orada mi alma,
En mi corazón siempre
Siempre...llevo tu risa.
SILVER ©
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