He dejado septiembre

He dejado septiembre
Libre de rencores
En ningún rincón del alma
Ni melancolías que mojen las calles,
El aire disipa negros nubarrones
Y se encienden las luces de las farolas
En ausencia del sol que se escapó
Entre las arenas frías
De esas lejanas playas.
La pulida transparencia
Después de la incesante lluvia,
La sonrisa de un infante
Cuando chapotea en un charco
Con sus estrenadas botas,
Octubre en calma
Lleno de ilusiones como ese noviembre
Que aún siendo otoño
Fue como abril en mi alma.
Iluminados los parques,
Fluye el agua en las fuentes,
Vuelven los perdidos sueños
En ese perdido brillo de la mirada,
Ilusión que en un rincón del alma
Nunca fue vencida,
Se sostiene y siempre vive.
A la clara luz de la luna
Bajo sus rayos peinas tu pelo
Ante el espejo de los recuerdos,
El ayer quizás fué más brillante
Pero más auténtico el hoy.
El tiempo quizás sea olvido,
Nunca la rosa de tu boca
Fué cortada por el frío,
¡Niña!
Deja que yo la riegue
Desde mi alma con un cálido beso,
Solo es una estación el invierno,
La noche sostiene el frío
Pero no congelará este corazón
Que fluye silente
A través de mi mirada
En esa hora de la noche
Abrazando el amanecer.
La perpetuidad que enarbolan
Las quietas horas donde
El pensamiento se hace verbo
Y la luna empequeñece por momentos,
Sueña la noche oscura
En el horizonte por una línea
Que brillando hacen renacer
Nuevos sueños, nuevos tiempos,
Instantes de luz que se conciben
Aún con los cerrados ojos,
Se apagan las estrellas,
Se enciende el universo.

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