La tarde languidece
Con un cielo dorado,
Se va y no sin pena
El sol hacia el poniente,
No será para siempre
También se escapa el dia
Con el alma llena.
Mi luz quedará quieta
Encendida tras la puerta,
Mientras la noche se acerca
Surge de nuevo el frío.
Se enerva la naturaleza
Y, en éste silencio,
Donde las aves callan,
Surge de las sombras
Tu figura blanca,
Te asomas a mi ventana
Mirando el fuego
Que crepita en la chimenea,
Y yo, sin saberlo
Me cruzo con la luz,
El fulgor plateado de la luna
Junto a tu mirada
Por mi entreabierta puerta.
Se mezclan el dorado y plata
En un prisma de colores
Junto al color de tus ojos,
El viento con sus gemidos
Por el encargo protesta,
Poner con sus invisibles
Y frías manos,
Una alfombra de flores
A tus pies, para tu caminar.
La puerta entreabierta,
Encendido el hogar
Dando luz y calor
A la vacía estancia,
Mi alma te acoge,
Entra sin llamar.
SILVER ©
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