No apagues el fuego
Que nace en tu corazón,
En ese instante cuando
Se cruzan nuestras miradas,
No apagues la comunión
De nuestras dos almas,
Ni la llama que encendida
Quiebra la quietud de los sentidos.
No apagues tu voz
En la noche que se calla,
El jardín florido
Alumbrado por la luna de plata,
Esperan tus manos
En ese roce lleno de suspiros,
Largo silencio que se repite
Después del ulular del búho.
No cierres tu ventana,
No rompas el silencio
Que despierta la noche,
Una guitarra suena en la lejanía
Es por ti niña, a la que tanto quiero,
Lloran ocultas las hadas
Escuchando la serenata.
No apagues la esencia pura
En este invierno que ya acaba,
Lleno de esos brotes
Que como el amor adornan
La caricia de tu aliento
Sobre mi pecho
Sepultado por tu enmarañado pelo.
No apagues el murmullo
Cristalino de los ríos
Que como venas surcan los prados,
Allí donde la luna
Acuna las crisálidas
Esperando las mariposas.
No apagues la brisa
Que a ti lleva mi recuerdo
En el momento cuando nace el alba,
Brisas, esencias, silencios,
Luna de plata, siempre mía,
En el jardín florido de los sueños
Donde cada noche te espero.
SILVER ©
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