domingo, 22 de septiembre de 2019

Se apaga la noche, se enciende la luna.


La noche no oculta tu resplandor luna,
Ella se apaga y tú te enciendes,
Los dones del tiempo
Encienden los sentimientos,
La música, la palabra,
El viento que se esparrama
Y cede el paso al verso,
Que puso en mi boca
Deshaciendo las sombras
Que sin espéralo me alcanza
Para plasmarlo cuando te veo.
Me llama el destino,
Me alcanza la noche
Y las esmeraldas verdes como un prado
Que se siembra en primavera,
Ese sueño que el corazón colma
Perpetuo que cada noche,
Que cuando se apaga renace
Antes mis ojos, aliento fresco
De las madrugadas silentes,
Ruegan los suspiros que se escapan,
Canto que resuena por todos
Los rincones de una habitación
Alumbrada por velas
Haciendo bailar las sombras
De dos cuerpos al unísono
Entre blancas sábanas.
Se apaga la noche, se enciende la luna,
La cadencia en el azul de los sueños
Alcanzando el sentido
Del verbo que se escribe
Solo cuando te pienso,
En esa cristalina presencia,
Cuando en mi prosa te hablo.
Noche apagada, encendida la luna,
Llegas y yo esperándote
Como un infante hambriento
Los senos fértiles de su madre
Para beber el vital líquido
Que sustentan su vida,
En el instante que su boca
Se adhiere a su pecho.
Noche fecunda, luna encendida,
Hijas de una inmaculada
Oscuridad que nace
Después del atardecer
Cuando el sol se escapa,
Pausa de la luz,
En esta última tarde
Busco el fervor de tus besos
Que me atan a los sueños,
A la palabra que tiembla
Cuando al instante escribo,
En el gozo, en la satisfacción
Cuando lo expongo
Ante tus bellos ojos.
Noche trémula, luna encendida,
Noche para las fantasías
Y sentir como van creciendo
A medida que nacen las horas,
Avanza la luna en el cielo,
Sentir cómo va creciendo
Los deseos, los sentimientos.

SILVER ©

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