En el murmullo incesante
De la brisa entre los árboles,
Que me arranca de la quietud,
De los sueños cobijados
En mi suave almohada,
En ese estrecho vacío
Que me impone tu ausencia
Salen como recién nacidos
Mis rimas con mis sentidos
En cada palabra que escribo.
Solo para ti nacieron
Cómo en un parto duro y doliente
En el cual se llenaron mis manos
De fuego y luz en lo alto
Cómo labriego labrando
Sus áridos campos
Después de la ciega,
Se quedan agazapados
En el último intento
De atraer las palabras inquietas,
Se alinean los ecos
Que se van oyendo
Juntos con tu voz
En las caracolas abandonadas
En la orilla del mar,
Que al unísono cantan mis letras
Al compás del murmullo incesante
De la brisa en la arena.
La luna esquiva casi doliente
Esculpe con sus rayos
Tu figura erguida frente a las olas,
Renaciendo a cada momento
Cuentos, sueños y quimeras,
Fecunda está la luna
En el vigor de la trémula noche,
El rocío humedece las horas
De las verdes plantas
De las macetas de tu ventana,
Callados rosales
De rojos y granas
Cómo las amapolas que bordean
Los campos y sendas
Que como venas recorren
Las inmensas praderas.
Perdiéndose en el tiempo
Ante tus ojos rendido,
Deja volar tus pensamientos
Mientras lees estas humildes
Y simples líneas,
El tiempo pasa frío y desnudo
Esperando el astro rey
Para esparcir su luz
Entre los naranjos en flor,
Difuminando el azahar
Entre los vastos campos,
Entre el verde de los olivos
Y el blanco de los pueblos
Formando los colores
Y mis frágiles palabras,
Que como gentil Dulcinea
Espera mi gracil pluma
Cada atardecer antes
De que la noche caiga.
SILVER ©
No hay comentarios:
Publicar un comentario