jueves, 23 de abril de 2020

El café


La vida se hizo verbo
Cuando se mezclaron
Mi café y tu sonrisa,
No necesitó azúcar,
Se endulzó cuando tus labios
Rozó el borde de mi taza,
Desde entonces
No hay nada tan exquisito
Que iguale tal dulzura.
No es el negro brebaje
Que llega a mi garganta
Cómo sombra furtiva,
Ni el almíbar que suaviza
El amargor del líquido
Calentado por el fuego,
Es el recuerdo que guarda
Mi taza de tu boca
Cuando sonreias.
Savia que hace florecer
Cuando te miraba
Limpia como agua
Bendita tu sonrisa,
Las campanas tañen de envidia
A coro en el campanario
En lo alto de una ermita.
Se oye el canto de los matines,
Plegaria o ruego,
Desde el principio del tiempo
Tan cierto como el silencio
Que te rinde homenaje
El colibrí en su aleteo,
Así sabe mi café
En la taza que rozaste
Y pensando en ti lo saboreo,
En la suavidad del aire
Se percibe su aroma
Mezclado con el perfume
Que dejaste en mi alcoba,
Soplo divino
De tus labios enternecidos,
Cuando se juntan
El sabor del café
Los tuyos y los míos,
Son esos mis sueños
Cuando lo tomo
Todas las mañanas.

SILVER©

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