Sangre roja corre por mis venas,
Más colorada que las amapolas
Que al borde de los campos crecen,
Derramándose entre el verde
Del trigal que nace.
Es mi alma que se encarama
Hacia el cielo que se oscurece,
En esta postrera hora llama
Esperando el insomnio
De la sutil madrugada
Cuando el sol se escapa
Del caluroso dia.
El ocaso languidece
Cavando esa larga trinchera
Entre alma y mente
Para acortar esa guerra
Que se libra ebria y trágica,
Febril en mi necesidad
De ganar esta batalla tan vieja
Entre la lluvia y el fango
Que se acumula en mis ojeras.
Y al finalizar este día,
Nubes blanca se acumulan
Como parte del tributo
Suplicando no más guerra,
Y un nuevo grito de libertad
Deponiendo las armas
En el altar de mis plegarias
Reconfortando este viejo corazón
¡Por favor; no más guerra!
El fósforo encendido de la tarde
Que el sol prende entre las nubes
Cómo rayos incandescentes,
Y así es con la quietud
En esta tardía tarde
De este caluroso verano,
O quizás sean mis palabras
Escritas por mi temblorosa mano,
Que comen de la esencia
Iluminando el ocaso.
Es la brisa, la refrescante brisa
Que empuja el silencio
Arrebatando al corazón
En estos mis más íntimos versos
Sonriendo a la luna,
Palabras que se esfuman
En esta tarde que se apaga
Despertando a la noche
Y que en una sola mirada
Unos ojos inertes
Me hablan del infinito
Como si no hubiera presente,
En ese espacio donde solo
Tienen cabida las palabras
En ese impulso de escribir
Cada atardecer cuando
Es en la sangre roja
Donde existe la poesía,
De nuevo grito:
¡¡Por favor, no más guerra!!
SILVER©
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