viernes, 22 de noviembre de 2019

La lluvia


Prisionero de los sueños rotos
En la ausencia de tu mirada
Esta silente lluvia
Que golpea los cristales,
Y esas negras nubes
Que esconden la luna,
Este silencio roto por las gotas
Incesantes tras la ventana
En este otoño húmedo.
La flor de la noche
Se esconde detrás del muro
Que rodea mi casa,
Recuerdos de aquellos instantes
Compartidos entre las paredes
Ocultos el sol y la luna,
Silencio que se embriaga
Con tu penetrante perfume,
Mi conciencia se nubla
Cómo en un sueño
Entre las tinieblas,
Y me dejo seducir
Por tu eterna sonrisa.
Mis palabras lejanas
Vuelan aún a través del tiempo,
Esa poesía inacabada
Siguen tras tus huellas,
Vestigios de un amor
Que surgió del Edén de mi alma.
No soy más que lo que escribo,
Sin más pretensión
Que escribir lo que siento,
Incesantes letanías
Cómo salmos en un convento,
Plegarias que lanzo al cielo
En esta tarde que se adormece
Entre los suaves susurros del agua
Que cae intermitente, y yo te pienso.
Quizás no sean suficientes
Mi corazón y mi vida,
Mis manos que por ti escriben,
Esta luna que se refleja
En el mar de mi tormento.
¿Y mis deseos?
Que en mi vivas,
Que sea dueño
De los suspiros de tu pecho,
Que yo sienta tus miradas
Aunque no estén tus ojos abiertos,
Que en cada latido
De tu corazón
Suene mi nombre,
Que cada verso
No sea condenado al silencio.
Que enmudezca el viento,
O que sople en un lamento,
El anhelo por la vida,
Que mi voz rota
Grite al cielo que existo,
Porque tú soplas
El aire en mi pecho.
Que pasen los años,
Y en mi rostro cuarteado
Por el levante traicionero
Siempre brille una sonrisa,
Tantos deseos...
Tantos deseos...
Cuantos anhelos...
Cuántas ilusiones compartidas,
Abonando la tierra
La lluvia en cada una de sus gotas
Que tu nombre lleva
En el sonido transparente
Cuando sigue cayendo
Golpeando tras los cristales.

SILVER ©

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