Dejé una luz encendida,
Para que veas el camino,
Te esperaré sentado
En el umbral de la puerta
Alumbrando tu venida,
Contemplado la luna
Que solitaria en el cielo brilla
Alumbrado esa llanura...
Llanura que por ella serpentea
Desde el horizonte que despierta,
La senda entre el Retamal
Y los grandes pinos
Con aroma a romero.
Dejé una luz encendida
En vez de la hoguera
Que calentaba el frío invierno
En la obtusa soledad
De las horas marcadas por el silencio,
En esa herejía por tu ausencia
Profanando las grietas
Del impávido tiempo
Entre los tulipanes rojos
Del camino que a mi puerta
Llega...
Dejé una luz encendida
En el umbral de esa puerta
Que no detiene ni se cierra,
Donde no acaba el camino
Pero si quizás lo empieza,
Desde el umbral, uno nuevo,
O quizás sea la prolongación
De ese mismo que no se detiene
Ni espera...
Talvez se forjarán nuevos
En ese papel dorado
Donde se escriben los sueños,
Que al retirarse la cansada tarde
Rompen las dudas y el desaliento
Con esa luz que dejé encendida
En el umbral de mi puerta.
Percibo la imagen de tu caminar
Con la actitud indolente
Del cansado caminante
Sedienta y hambrienta
De un abrazo Prieto,
De besos olvidados
Escondidos entre sábanas
Ya raídas por el tiempo,
Esperando nueva cama
Nuevos aposentos,
Y tan solo alumbrados
Por una humilde vela,
Se renuevan las caricias,
Los besos...
SILVER ©
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